Franz Beer: arquitecto incansable
La obra de Franz Beer, arquitecto formado en México e Inglaterra, nacido aquí y educado desde muy joven en San Francisco, California, es abundante, prolífica, constante e incansable.
Por ello y por su manejo de los espacios, los volúmenes y las simetrías, así como por su legado en la educación, en la innovación y el trabajo continuo, el Colegio de Arquitectos de Costa Rica le otorgó este año el Premio Nacional de Arquitectura: José María Barrantes, en la XIII Bienal Internacional de Arquitectura.
Con casi 80 años, sigue siendo un trabajador incansable; así lo verifican las 10 páginas de su currículo en las cuales hay una larga lista de obras construidas o remodeladas hasta el año pasado. Además, del 2000 al 2005 fue director de la Escuela de Arquitectura de la Universidad Veritas, fue académico de la Universidad de Costa Rica, director de la Escuela de Artes Plásticas de la Universidad Nacional, jurado a nivel nacional e internacional en diversos concursos… En fin, una vida dedicada de lleno a su pasión por la arquitectura.
¿Cuál es el secreto de su energía, su capacidad de seguir activo y actualizado? La práctica asidua de la meditación tibetana, probablemente, y, sobre todo, amar lo que hace.
Para Beer, el premio es un honroso reconocimiento a su trabajo, pero confiesa que, a la vez, es dañino porque como practicante de la meditación tibetana, la cual lo ayuda a estar agudo, presente y despierto en las cosas, el premio ensalza el ego, “porque te hace creer que sos especial y uno es lo más intrascendente”, confiesa con una espontánea sonrisa. Desde hace más 40 años, practica la meditación tibetana.
Lector incansable, invierte de cuatro a cinco horas o más desde que empezó a leer mucho, un legado de sus años de estudiante de arquitectura en México, aunque casi todo lo lee en inglés para estar al día en lo último que está sucediendo en sus áreas de interés.
Sus inicios
RI– ¿Cómo combinó el estudio y la pedagogía?
FB– Cuando se estaba fundando la Escuela de Arquitectura de la UCR, Rafael “Felo” García y Jorge Bertheau me pidieron que los acompañara a Londres, pero estaba construyendo mi primera casa y le pedí a Edgar Brenes que fuera en mi lugar y allí hubo un giro en mi vida.
Jorge Bertheau fue quien lo introdujo en los fundamentos del diseño y estudió el lenguaje intuitivo del diseño y lo encontró en Henri Bergson, filosofó francés de la primera mitad del siglo XX, que se enfrentó a Einstein porque consideraba que eran incompatibles el espacio y el tiempo. Esa compleja propuesta es la base de su diseño, desde el punto de vista conceptual.
Muy al inicio de su carrera estuvo asociado en una firma con sus colegas Hernán Jiménez, Jorge Bertheau, Hernán Cordero y el ingeniero Rómulo Picado en una oficina llamaba Artec (Arte y Técnica), pero confiesa que discutían mucho de arquitectura y trabajaban poco.
A mediados de los 70, abrió una oficina solo y tuvo mucho trabajo de diseño y construcción, pero asegura que le causó mucho problema tener tanto trabajo, “es que no sabía decir que no”, confiesa.
También trabajó con el ingeniero Carlos Granados en la empresa Dicesa, pero se llenaron muchísimo de trabajo y quebraron en la época de la crisis de la administración de Rodrigo Carazo, a inicios de los 80. “Por dicha, porque se acabó eso de hacer plata…”, afirma con una plácida sonrisa.
A sus 79 años, Franz Beer continúa trabajando, diseñando y labora con su hijastro Sebastián Alfaro en la oficina Ingenieros Consultores Estructurales S.A, (Icesa)… “él trata de embarcarme para que haga más en la oficina, pero prefiero estudiar y plantearme cosas y si existe la posibilidad de hacerlas, las hago”, explica al tiempo que se acomoda en un sillón blanco, en las blancas paredes de su casa ubicada en Escazú.
Video de la entrevista: